Uvas jugositas vanidosas,
duele saborear sus pepas,
lo advirtió, pero siguen ahí husmeando,
y se las comieron todas.
Y de qué vale seguir lavando,
si siguen estropeando todo,
sin analizar los lagartones que dejan ahí,
igual seguiré tomando vino.
No se marchas,
y cada vez la tormenta crece,
sus rosas manos se mojan,
y yo aún aquí esperando un solo suspiro,
fugaz así como mi oído vacío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario